[EEUU] Las rebeliones de Lafayette y Kenosha agitan las calles #BlackLivesMatter


Una ola de levantamientos populares se ha puesto en marcha en los así llamados "Estados Unidos" después de los asesinatos por policías de Trayford Pellerin, un hombre negro de 31 años, en Lafayette, Nueva Orleans y de Jacob Blake, de 29, también negro, en Kenosha, Wisconsin. Pellerin murió después de que la policía acudiese a una tienda de 24 horas después de que alguien llamó para informar de un hombre que caminaba con un cuchillo. La policía respondió primero aplicando una pistola eléctrica a Pallerin y luego disparándole cuando caminaba hacia la puerta de una estación de servicio. Como describe un informe:

En un video de teléfono portatil, se puede ver a Pellerin caminando hacia la estación de servicio mientras la policía lo persigue a pie y en vehículos. Cuando Pellerin alcanzó la puerta, se dispararon varias armas. Rickasha Montgomery, la persona que grabó el tiroteo, dice que vio a la policía electrocutar a Pellerin con un teaser antes de dispararle. Al igual que en el tiroteo de Blake, ninguno de los hombres se enfrentaba a los agentes, y mucho menos intentaba responder con violencia, pero ambos se enfrentaron con una fuerza letal.

Después de interponerse en una refriega a la que los agentes también respondían, Blake recibió siete disparos a quemarropa por la espalda cuando intentaba ingresar a su vehículo donde sus hijos, de tres, cinco y ocho años, estaban sentados en la parte de atrás. Mientras Blake lucha por sobrevivir al tiroteo, un vídeo del altercado se ha hecho viral en las redes sociales, apoyando el inicio de una ola de protestas, disturbios y marchas de solidaridad en todo Estados Unidos.

En Lafayette han tenido lugar disturbios, marchas masivas y saqueos después del asesinato policial de Pellerin, y los portavoces de la policía, como era de esperar, han culpado a “elementos ajenos a la comunidad" por la rebelión. El lunes fue el tercer día de protestas en Lafayette,. Hubo una manifestación frente al ayuntamiento y un corte de tráfico en la entrada a la estación de servicio donde los oficiales le dispararon. Más de treinta manifestantes se reunieron a última hora de la mañana del lunes frente al ayuntamiento cerrado de Lafayette, pidiendo reformas policiales y la renuncia del alcalde Josh Guillory. Frente a la gasolinera donde la policía mató a Pellerin, cincuenta manifestantes aportaron a un monumento creado allí para él y sostuvieron carteles como "Justicia para Tray", "Una insignia no es una licencia para matar" y "Las vidas negras importan"; bloquearon la entrada de vehículos durante aproximadamente una hora.

La noche del sábado al domingo tuvo lugar un conato de motín en Denver –Colorado-. Según The Denver Post: “Portavoces municipales y estatales condenaron el domingo las acciones de unas 75 personas que iniciaron incendios, rompieron ventanas, hirieron a un oficial de policía y dañaron propiedades el sábado por la noche durante una protesta por "Abolir a la Policía" frente a la sede del Departamento de Policía de Denver”.

Las manifestaciones y los enfrentamientos se han extendido a Seattle, Washington, Portland, Oregon y Charlotte -Carolina del Norte-. En Seattle, manifestantes que portaban escudos rompieron escaparates de la sede de Amazon y de varias empresas tecnológicas, y prendieron fuego a un edificio de la policía. Tras el tiroteo de Jacob Blake, también se pusieron en marcha en las ciudades de Wisconsin disturbios, saqueos, incendios intencionados selectivos y destrucción de edificios.

En Madison la noche del lunes al martes estuvo llena de gases lacrimógenos, gas pimienta, escaparates rotos, incendios y saqueos, con daños que se extendieron desde State Street hasta el área de Capitol Square. Siguiendo un patrón ahora habitual, la destrucción durante la noche siguió a protestas pacíficas durante el día contra el tiroteo policial de Jacob Blake en Kenosha el domingo. Esta vez, el daño comenzó justo antes de las 11 p.m. con un incendio en un contenedor de basura en la parte superior de State Street. Al menos saquearon Walgreens, una licorería y una óptica. La policía respondió con gas lacrimógeno, gas pimienta y proyectiles de espuma. La protesta de Madison creció a lo largo de la noche con solo alrededor de cien manifestantes al comienzo y más de mil según avanzo la noche. En un momento, la multitud llenó dos manzanas completas de State Street.

En el epicentro de Kenosha, la cuarta ciudad más grande de Wisconsin, con cien mil habitantes, se produjeron intensos disturbios, ataques incendiarios contra edificios gubernamentales y saqueos de tiendas en los últimos dos días. El levantamiento comenzó con enfrentamientos entre miembros de la comunidad y la policía, cuando la gente comenzó a arrojar ladrillos a la policía y sus vehículos. A medida que se extendían los enfrentamientos, los participantes en el levantamiento marcharon hacia la estación de policía del centro, enfrentándose a una avalancha de balas de goma y gases lacrimógenos. Al caer la noche, la gente prendió fuego a un concesionario de automóviles, camiones de basura que la policía había colocado para obstruir a los manifestantes, y también al juzgado del centro. Los enfrentamientos con la policía antidisturbios y las fuerzas del orden fuertemente armadas continuaron hasta la madrugada, cuando la policía lanzó gases lacrimógenos y proyectiles en un intento de sofocar la rebelión.

El lunes, la policía también atacó a periodistas y manifestantes que intentaron entrar en una conferencia de prensa y rodear al alcalde John Antaramian, un político profesional del Partido Demócrata. Las tensiones en la empobrecida ciudad desindustrializada en el sureste de Wisconsin, con una tasa de desempleo del 9,9 por ciento, la mantuvieron en vilo durante todo el lunes después de que la rueda de prensa se convirtiese en otra escena de brutalidad policial. La policía antidisturbios roció con gas pimienta a la multitud reunida de periodistas y miembros de la comunidad que exigían entrar al edificio antes de la conclusión de la conferencia. Esa noche, los enfrentamientos continuaron cuando la Guardia Nacional fue convocada para respaldar a la policía y hacer cumplir el toque de queda. Se incendiaron más edificios, entre ellos una tienda de muebles y un edificio del Departamento Correccional del Estado de Wisconsin.

Esta segunda ola de revueltas se produce casi tres meses después de que comenzara la rebelión inicial por George Floyd. Para la clase capitalista neoliberal, la rebelión ha sido una oportunidad para promocionarse a sí misma ante los millennials y los zoomers como "impulso" y "despertar". Los políticos demócratas, a pesar de todo su discurso de "empuje hacia la izquierda", han dejado claro que simplemente reforzarán la política de representación y no tomarán en serio ni siquiera las propuestas políticas básicas y parciales de recortar el presupuesto policial, aunque incorporen a sus campañas la retórica de Black Lives Matter. Mientras tanto, Trump, el Ministerio de Interior y el Partido Republicano en su conjunto se han aplicado no sólo a mantener su versión fascista del conservadurismo de la era de las cavernas, sino también para proyectarse como el partido de la "ley y el orden" – algo irónico, cuando se multiplican las denuncias y procesos contra los secuaces de Trump. Conforme demócratas y republicanos se pronuncian, podemos ver que el menú político ya está servido y no hay lugar para nosotros. Ambos partidos corporativos no ofrecen a la rebelión actual nada más que palabrería, ya sea la de la recuperación o la de la represión.

Lo que sí muestra la segunda ola de rebelión es que, una vez más, se trata de levantamientos orgánicos, expresiones naturales de ira frente a la represión estatal y la violencia policial, no provocadas por “provocadores externos”. Haríamos bien en recordar la avalancha de teorías de la conspiración que la extrema derecha y el Estado han elaborado durante los últimos tres meses, ya que muchas de estas mentiras masivamente desacreditadas han regresado a las redes sociales.

Nadie a pie de calle debe mirar a ninguno de los partidos como un vehículo para su salvación, sino a sus iguales y a otras comunidades en lucha. Como la rebelión no muestra signos de detenerse, es de esperar que las cosas continúen evolucionando, que las luchas confluyan y la gente continue experimentando no sólo en las calles, sino también para crear nuevas formas de vida, de tomar decisiones y de satisfacer sus necesidades directamente.

Actos de solidaridad han tenido lugar en Seattle –Washington-, Portland y Eugene –Oregon-, Los Angeles y San Diego –California-, Cincinnati –Ohio-, Omaha –Nebraska-, Chicago, Carbondale y Rockford –Illinois-, Nueva York, Detroit, Minneapolis, Providence y el distrito federal.


Publicado el 29 de agosto de 2020

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