En Venezuela siguen vigentes los espantajos de la Guerra Fría


La óptica de la Guerra Fría y el macartismo todavía se mantienen en el tapete público. En el caso venezolano toma expresión tanto en el sector oficialista como en la oposición debido a la carencia de ideas y la incapacidad de innovación al momento de analizar las coyunturas presentadas.Pareciera que el tiempo no ha transcurrido y todo se enfoca a la luz de la confrontación Este-oeste y del comunismo y el anticomunismo visceral aun encontrándonos en nuevas eras.

El gobierno venezolano no se enteró de la caída del muro de Berlín

A la izquierda tradicional y a los sectores del marxismo-leninismo los atacó una ingente depresión al caer la vergonzosa construcción demarcadora de la ciudad berlinesa. El mundo se les venía encima porque ese declive simbolizó el fracaso de un modelo político basado en el autoritarismo en nombre del proletariado y la igualdad. Ese proceso se inició con la revolución bolchevique y fue replicado por los chinos, los yugoslavos, los albaneses, norcoreanos, los países indochinos, Cuba, Nicaragua, Mongolia, Yemen, Etiopía, el Congo Brazzaville, Mozambique, Benin, Burkina Faso y Angola.

Vencida la insurrección guerrillera promovida por La Habana en la región durante los años sesenta del pasado siglo debido a un vanguardismo irracional, la siniestra de América Latina se fue a la vía electoral y se reagrupó en el llamado Foro de Sao Paulo. Triunfaron en los comicios varios grupos como los sandinistas nicaragüenses, el Frente Amplio en Uruguay, Fernando Lugo en Paraguay, Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, el frente Farabundo Martí en El Salvador, Rafael Correa en Ecuador y la alianza con los Kirchner en Argentina. Todos guiados por la factura petrolera de Hugo Chávez, quien de ser un conspirador frustrado pasó a ganar una elección por el desgaste del modelo de gobernabilidad instaurado por los partidos AD y COPEI.

La llamada revolución bolivariana ha sido un pastiche ideológico comprendiendo dentro de sus cimientos al marxismo, guevarismo, leninismo, maoísmo, trotskismo, nacionalismo peronista y nasserista, fundamentalismo islámico, neofascismo y una versión pacata de la historia nacional nucleada alrededor del mito de Bolívar. Se vincularon y financiaron a las organizaciones izquierdistas de la región así como a regímenes despóticos como el chino, Corea del Norte, Vladimir Putin, Irán, la Siria de Bashar el Asad y Hizbollá en el Líbano, Gadafi en su tiempo en Libia y Hussein en Irak,Lukashenko en Bielorrusia, Podemos de España, las organizaciones guerrilleras colombianas, el ELN y las FARC en sus dos facciones sobre todo la liderada por Iván Márquez repudiante del tratado de paz.

El lenguaje oficialista habla como en la época de la guerra fría, repitiendo las consignas de ese momento como el antiyanquismo, el capitalismo de la Segunda Revolución Industrial, la lucha de clases, la dictadura del proletariado, el Gran salto hacia adelante y la revolución cultural maoístas. La sobrestimación del país como potencia dueña de un subsuelo lleno de petróleo de alta densidad, de extraer coltán y oro, de revivir las hazañas de la guerra de secesión de España. El derrumbe de la República Democrática Alemana y su significante, el muro de Berlín, no fueron asimilados por los bolivarianos porque sería confesar un fracaso.

Sin embargo, pareciera que el tiempo se ha congelado para el chavismo porque se maneja con los criterios económicos, financieros y políticos de hace más de cincuenta años. Hablar de pitiyankis, apátridas, patria, socialismo o muerte, hasta la victoria siempre, invocar a Mao ZeDung, Stalin, Fidel Castro, Putin y compañía, constituye la dinámica de su comunicación.

La postura del espectáculo de Donald Trump
El presidente americano se ha sabido manejar como en sus viejas ocasiones de los reality shows. Representa a un sector elitesco de Washington orientado hacia el aislamiento, el ensimismamiento, la promoción nacionalista de su economía, movimientos mediáticos disuasivos, la necesidad de revivir una guerra fría con China, la denunciadel tratado con Irán y el de supervisión de vuelo sin mucho argumento, responsabiliza a China por el coronavirus, retira su aporte dinerario de la Organización Mundial de la Salud, y por encima de todo, busca impactos por su descenso en los estudios de opinión de cara a su reelección.

Venezuela para los Estados Unidos de hoy no tiene gran importancia. De haber sido un proveedor seguro e incondicional del excremento del diablo,ejerciendo una nueva modalidad de colonialismo, se convirtió en una nación sin mucha exportación de fuentes energéticas fósil aunado a que el país del Tío Sam se convirtió, gracias al fracking o fractura hidráulica sobre las rocas lutitas o esquisto, en el primer productor de petróleo del mundo.Trump es muy pragmático porque habla mal del régimen venezolano pero pacta con los talibanes la retirada estadounidense de Afganistán e igual se reúne con el tirano de Pyongyang. Puerto Rico, al igual que Venezuela y Cuba, no significan mucho para la Casa Blanca aunque otrora sí pero el mundo ha cambiado.

La política internacional actual no se basa en espacios físicos o territorios sino en el conocimiento, el tiempo, las industrias del futuro, la nanotecnología, la biotecnología, la robótica, la microelectrónica, la inteligencia artificial, los algoritmos y demás expresiones de la postmodernidad económica, financiera y tecnológica. Pero el régimen venezolano se fundamenta en la exportación de una materia prima, el petróleo, cumpliendo el rol esperado siempre por el primer mundo, ser un buen y seguro productor del oro negro para las economías avanzadas.

Nuval Noah Harari sostiene en su obra Homo Deusque Ruanda tuvo un año saqueando al Congo por el coltán y otros minerales y obtuvo provecho por esa actividad. Se imagina que China se apropie por medios no bélicos del Silicon Valley y reciba no el silicio sino todos los adelantos tecnológicos allí residentes y en un solo día obtiene el mismo valor del año expoliador de Ruanda. Con ese simil ilustra la diferencia de riqueza de los anteriores modelos económicos.

Ha sido una senda contraproducente para nosotros porque la renta enorme generada por el petróleo no se invirtió y al descender los precios de los hidrocarburos la nación se encuentra en una situación de minusvalía porque era y es una economía importadora que dependía de los petrodólares para pagar los productos y servicios no fabricados internamente.

La conducta opositora

La actitud de la oposición venezolana es desastrosa. Primero, están los colaboracionistas con el régimen quienes buscan cuotas de poder a cambio de apoyar las políticas electorales del Estado. Pretenden ir a las elecciones parlamentarias para lograr algunos escaños partiendo de la premisa del poder gubernamental, sin apoyo popular pero sí de una coalición de factores muy fuertes.

La mayoritaria, integrada por cuatro partidos, presenta rasgos oportunistas y contradictorios. La Fiscalía busca ilegalizar a Voluntad Popular, el movimiento dirigido por Leopoldo López, el cual ha cometido muchos desatinos desaprovechando coyunturas que pudieran haberle sido favorable. Abandonaron la lucha en el año 2017 para ir a una elección de gobernadores sin ningún resultado satisfactorio; el anuncio de Guaidó de que la ayuda humanitaria desde Cúcuta iba a pasar incluso por la fuerza fue una farsa; el supuesto golpe de Estado del 30 de abril pasado fue una bufonada; el escándalo con las finanzas en Colombia culminado con la renuncia del embajador Calderón Berti todavía no aclarado; y la desafortunada operación Gedeón con un contrato suscrito por un personero del gobierno provisional, el asesor electoral J.J. Rendón, son muestras de una cadena de fracasos, cobradas por la gente medianteel descenso de las simpatías hacia el presidente encargado.

Sectores más reaccionarios han constituidos grupos militaristas en el exterior y piensan estar en plena confrontación Oriente-Occidente. Ven al gobierno nacional como miembro de una coalición comunista con plena identidad ideológica representada por China, Rusia y Cuba. Aspiraron a que el grotesco espectáculo de invasión por el litoral central, Aragua y Anzoátegui fuera una redición de Playa Girón y la llegada de los cinco buques cisternas iraní una reproducción de la crisis de cohetes de 1962. Ninguna de las dos hipótesis se dio porque las circunstancias son diferentes y como el pensador de Tréveris lo sostuvo en su Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, cuando los hechos históricos se repiten primero se manifiestan como tragedia y luego como farsa.

Muchos de estos grupos sueñan con una invasión de los marines, la cual nunca se materializará por motivos de real política, como panacea a la solidez fáctica de los gobernantes venezolanos. Otros pensando en la aplicación del TIAR, tampoco factible, el Estatuto de Roma, acudir a instancias internacionales y lobbies interminables poco efectivos. Así transcurre el tiempo y solo dejar esperanzas en la ruina del país para ver si pudiera existir una reacción popular.

La oposición integrada por estos partidos políticos populistas es una garantía para el régimen por el rótulo del fracaso y la ineficacia amén del oportunismo más ramplón, circunstancias que hace más fácil la labor de los cubanos. El madurismo por su parte, continuará ejerciendo su actuación despótica en el proceso de destrucción nacional, manteniéndose con el poder totalitario a todo evento y al costo que fuera con el auxilio de quienes dependen del país, Cuba, y de los acreedores (China y Rusia) con miras a recuperar sus acreencias.

Conclusiones

Los contendientes internos en Venezuela se enfocan en analizar la situación existente desde el ángulo de una era concluida en el año 1989 con el derribo del armatoste divisor de la urbe berlinesa y ya superado el Glasnot y la Perestroika. Esa óptica favorece obviamente a quien detenta el dominio, en este caso la dictadura chavomadurista. Debe atisbarse con amplitud de criterio apuntando una mirada descarnada haciendo una lectura objetiva prescindiendo de los prejuicios propios de las ideologías rígidas.

Estados Unidos debe ser apreciado como una nación con intereses específicos orientados por la dirección política del actual equipo gubernamental. Se retiran de Afganistán y del Oriente Próximo porque estiman no ser experiencias provechosas para los fines presentes de Washington. A América Latina la observan de manera diferente a la guerra fría y en especial a Venezuela le dan la poca importancia que posee porque ni siquiera es un proveedor de petróleo y solo es digna de valorarse como un foco de migraciones abruptas.

El oficialismo y la oposición se han refugiado en posturas de la confrontación entre Occidente y la cortina de hierro a pesar de que los tiempos son otros. Mientras tanto, el gobierno busca eternizarse mientras los americanos ejercitan nuevas vías para incursionar en la realidad post pandemia y enfrentar a China como su posible rival en el nuevo combate por dominar al mundo y esta a su vez se muestra como un modelo político eficaz. Mientras tanto la dictadura venezolana transita a ser perenne ante la poca resistencia existente.


Publicado el 30 de mayo de 2020

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