La fuerza que da la organización por mmmesoamericano

La primera vez que Elvira llegó a participar a la Caravana de Madres Centroamericanas en 2015, su hermano, Manuel Mendoza Ros tenía 8 meses desaparecido.

La última noticia que tuvo su familia de él fue que había llegado a Reynosa, Tamaulipas y se disponía a cruzar al otro lado. No han sabido de él desde entonces, el día que le cambió la vida a toda la familia.

Fue Elvira, su hermana menor, la que asumió las tareas públicas de la búsqueda para apoyar a sus padres, que viven en el departamento de Huehuetenango, en Guatemala.

Hoy, tres años después de aquella primera experiencia de salir de su país y hacer el largo camino a México con otras dos decenas de mujeres que guardan en su corazón una falta como la suya, se siente más segura.

Recuerda cómo le costaba contar su historia sin emocionarse y llorar, porque todo era entonces tan reciente. Igual lo lograba, como lo hizo en este video, que grabamos con ella entonces, para poder difundir su mensaje de búsqueda:

“La primera caravana fue muy dura para mí porque empezó seis meses después de haber perdido a mi hermano, fue un golpe muy difícil. Asimilar todo y vivir lo que ellos habían pasado”

Elvira forma parte de una de las organizaciones guatemaltecas que nuclea a familiares de migrantes desaparecidos en el departamento de Huehuetenango, el Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP) que le ha permitido ganar fortaleza.

“Si le cuento lo que pasó a otra persona, quizás me va a decir ´pobrecita´ o ´lo siento´ pero no siente ese dolor porque no lo ha vivido como otras, las que están allá. Ellas me van a entender porque tienen esa misma herida que yo tengo”

Durante estos tres años, dice, ha estado reuniéndose regularmente con las demás mujeres que buscan algún familiar desaparecido. “Yo lo extraño, lo amo y lo quisiera ver. Si me dijeran que lo vieron en algún lugar, yo me voy. Pero no sirve llorar, tenemos que sacar agallas y levantarnos. Lo que nosotros queremos es saber qué fue de ellos y por qué. Nuestro lema de esta caravana es verdad y justicia, eso es lo que queremos.”

Elvira se refugió en su Dios y siguiendo el consejo de su madre, se puso a estudiar. Titulada ya como enfermera, trabaja en una zona que a diario expulsa gente de manera silenciosa, buscando seguir un sueño y una oportunidad de mejorar que son escasas para los pueblos originarios guatemaltecos.

Se estima que 350 personas nacidas en Guatemala dejan su tierra diariamente para migrar, entre los que muchos son niños y niñas.

“Parte de mi vida, la mitad de mi corazón se fue con él, pero mi mami me dice que tenemos que seguir con nuestra vida. Lo he soñado muy seguido y lo veo llegar en mi casa. Pero cuando me despierto y no está digo que ya no quiero soñar, porque sé que no es cierto. Me despierto y no lo tengo, aunque siempre lo voy a tener en mi corazón. Mientras yo tenga vida y salud voy a seguir en la lucha y voy a llegar a la verdad”

Movimiento Migrante Mesoamericano


Publicado el 5 de noviembre de 2018

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