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II.- Donde hablamos del tácito acuerdo entre la ciencia social desde la izquierda apuntalando proyectos económicos de la derecha.
Comenzaremos por lo más actual, pero para poder ir más atrás en el tiempo, pues, sólo de esa forma creemos poder explicar mejor lo que para Boaventura es la expresión de una realidad que debe ser entendida desde una “sociología de las emergencias”. Para nosotros, sin embargo, la lucha cotidiana de los pueblos indígenas de Venezuela y de toda Abya Yala se trata de la permanente confrontación entre la imposición (ya desde la derecha o desde la izquierda) de las “urgencias que impone su lucha por el poder”, en contra del tiempo de “la memoria de la comunidad” que, desde la conquista y colonia europea hasta nuestro presente republicanamente criollo y occidentalizado, ha sido permanentemente descalificada por la colonialidad del poder y del saber (ya de derecha o de izquierda), pues, a su parecer, el pensar y accionar indígena siempre resulta lento en su desplazamiento económico y político, parsimonioso en su organización social y, casi detenido en una especie de “tiempo azul”1 espiritualmente concebido, tratado y ejercido.
Así, pues, y entrando en tema, nos parece fundamental narrar un hecho recientemente ocurrido en la Facultad Experimental de Ciencias de la Universidad del Zulia, a raíz del debate provocado por el Decreto del Presidente Maduro que impone, a troche y moche, un programa de explotación minero masivo y extraordinario mediante el llamado Arco Minero del Orinoco (AMO) que, superficialmente, él y sus adláteres nos presentan como única y desesperada salida revolucionaria del Estado-gobierno bolivariano para enfrentar la urgencia de lograr sostener su poder frente al ataque imperialista de una supuesta guerra económica que busca, sobre todo, liquidar la esperanza revolucionariaque en toda Suramérica sembró el Eterno Comandante Chávez, instaurando un camino, no sólo para el continente, sino para todo el Planeta Tierra2. (¡Chale!)
Así, dada la urgencia económica que los imperialistas imponen al gobierno revolucionario, la única vía de sostener económicamente la continuidad del proyecto liberador y socialista de izquierda en todo el continente y el Caribe, se debe lograr, “tácticamente” (dicen sus economistas y reconocidos intelectuales), obtener la suficiente liquidez monetaria necesaria para dar continuidad a los programas sociales instaurados por El Eterno y, para ello, el Estado-gobierno revolucionario debe usufructuar la entrega indiscriminada y vergonzante de cualquier parte del territorio nacional, sobre todo, en el contexto de nuestra evidente quiebra económica. Por ello, una antropóloga de izquierda3 de la muy ilustre Universidad del Zulia, al no encontrar otro argumento más convincente para un público entre desprevenido y asombrado, terminó reventando en una desesperada declaración en la que decía algo como esto (citamos de memoria): “si estos pueblos indígenas van a morir por la explotación del Arco Minero, por lo menos, lo harán en manos de la revolución y no de la derecha”.
En cualquier otro momento, frente a una barrabasada como esta, nos hubiéramos conformado con decir: huelgan los comentarios. Sin embargo, las circunstancias económico-políticas y sociales actuales de Venezuela nos impide dejar dudas acerca de lo que pensamos, pues, no sólo se trata de que diariamente vemos a nuestros hermanos padecer el hambre hereje; yukpas desarraigados pidiendo limosnas en los semáforos de las principales avenidas de la ciudad de Maracaibo; barí que mueren de paludismo o tuberculosis4, niños wayuu que mueren de desnutrición en la Guajira, y cientos de miles mujeres, ancianos y ancianas haciendo interminables filas para conseguir alimentos o medicamentos para alargar la más terrible de las existencias; sino que, además, los factores de poder (llámese “institucionalidad democrática”, partidos del poder y de la oposición; Tribunal Supremo de (In)Justicia, así como factores de poder internacional: UNASUR, CELAC; ONU, OEA, etc., se presentan quebradas en su cuerpo y espíritu, pues, quien dirige la UNASUR es un reconocido financiado por narcotraficantes y asesinos como Pablo Escobar Gaviria; la CELAC no es más que el nuevo espacio de dominio político internacional del Estado-gobierno Militar más longevo en el mundo, sólo equiparable en dominio y atrocidades a Corea del Norte (hablamos de Cuba), y la ONU y la OEA, se presentan como unas viejas e inofensivas viudas de la Guerra Fría, siempre cuidándose de no decir algo que vaya más allá de la def ensa de su manutención heredada; vale decir, un Secretario General de la ONU o de la OEA, no es otra cosa que un objeto puesto y dispuesto para no decir y no hacer nada, eso sí, cobrado en dólares y con todos los gastos pagados con el hambre y la miseria de los de debajo de todo el mundo.
De tal manera, pues, la antropóloga de marras no está muy lejos del contexto del pensamiento de la llamada “comunidad internacional” a la que le vale madres si pueblos enteros son masacrados; si lenguas y culturas desaparecen; si un gobierno aquí o allá viola los derechos humanos de cientos, miles o millones de seres en cualquier parte del mundo; porque de lo que parece tratarse es de la global naturalización de tales violaciones, pues, como reclamarle a Cuba la violación de los derechos humanos de todos aquellos pequeños seres que, terminan por lanzarse a enfrentar un mar de tiburones en balsas de tablas o flotadores de llantas de camiones si, al mismo tiempo, la Ley Patriota enarbolada por George Bush es capaz de legalizar la tortura; si Kin Yon Un, heredero del trono en Corea del Norte asesina y lanza a los perros a su familia por considerarlos traidores de derecha si, al mismo tiempo, cualquier turco, sirio o libanés puede ser pateado a las orillas del metro en Berlín, París o Londres.
O que, finalmente, el gobierno socialista de Michelle Bachelet le aplique a los Mapuches la Ley antiterrorista impuesta por el superderechista Augusto Pinochet para juzgarlos por defender sus territorios; o que Lula da Silva o Dilma Roussef en Brasil persigan, apresen y juzguen indios que luchan contra la construcción de grandes represas en sus territorios; o que Evo Morales enfrente militarmente a los indios del TIPNIS opuestos a que sus territorios sean divididos por una carretera que sólo beneficia a las transnacionales y a la Odebrecht. En todo caso, nuestra conclusión no puede ser otra que aquella a la que muy previamente llegó el Sub-Comandante Marcos al decir que, “la izquierda (en América Latina5) no es más que el otro brazo de la derecha.
En este sentido, la antropóloga a la que hacemos referencia no está fuera de contexto; sin embargo, su atrabiliaria, racista y etnocida interpretación de la realidad económica y política de Venezuela; por la que, no menos de ocho pueblos indígenas estarían siendo condenados a desaparecer de un plumazo para beneficio económico de las más oscuras mafias rusas, chinas y canadienses quienes, desde ya, ostentan concesiones que les otorgan la posesión territorial de unos 112 mil kilómetros cuadrados (algo así como del 12% del territorio nacional), a orillas del río Orinoco; ya que, a su parecer, tal entrega se justifica en la medida en que tal entrega del territorio nacional y de nuestra soberanía, se hace en función del sostenimiento en el poder de un supuesto proyecto de revolución de izquierda con un más que supuesto papel histórico en la liberación general de América Latina.
Pero, es justo decir que la entrega del territorio nacional no es un hecho nuevo, ni se trata de algo inventado por la izquierda, hoy representada por extraños seres como Alí Rodríguez o Julio Escalona6; por el contrario, lo único que podemos decir es que, estos extraños seres le enseñaron a Chávez7 lo que ya antes, en Venezuela, el pensamiento colonial había establecido como nuestra supuesta condición natural de ser un territorio susceptible de ser repartido, entregado o vendido, por sus gobernantes8, sean estos los reyes de España o sus Presidentes republicanos “para bien de la población criolla nacional mayoritaria”; solo que, lo repartido, entregado o vendido, siempre resultan ser los territorios de los pueblos indígenas. Así, pues, la antropóloga no ha dicho nada que históricamente no haya sido dicho o hecho previamente; por tanto, en la lógica de la derecha o de la izquierda nada hay que reprocharle, pues, como parte de su formación en la disciplina científica que ostenta, demuestra claramente su fidelidad conceptual a los preceptos que han conformado su espíritu. Vale decir, es una auténtica representante de la colonialidad del saber para la sustentación de la colonialidad del poder, lo que supone, entre otras cosas, que la ciencia que desarrolla sólo alcanza a ser ciencia, hasta el momento en que su ideología entra en el verdadero terreno de la liberación de los pueblos y, llegado a este punto, siempre es preferible que se jodan los indios.
1- La expresión “tiempo azul” corresponde a una definición creada por un “antropólogo” de la Universidad del Zulia, usada en principio por él mismo para hacer bromas de un amigo wayuu que, a su parecer, ciertamente nunca parece responder con la misma velocidad socio-política del antropólogo. Así, lo que parece ser una amigable chanza realmente es expresión de la incomprensión y angustia del antropólogo por la evidente ausencia o angustia por el control del tiempo por parte de los indígenas lo que, ciertamente, termina por ubicar la angustia temporal donde siempre ha estado: en occidente, pues, en efecto, la idea de tiempo y la palabra tiempo, no existe originariamente en ninguna lengua indígena de Venezuela y, nos atrevernos a decir que en toda Abya Yala; por lo que, tal expresión ha terminado por convertirse en burla de antropólogos y estudiantes seguidores de estos antropólogos hacia sus propios amigos de las comunidades indígenas.
2- Pedimos disculpas al lector y, al mismo tiempo, le informamos que las cursivas se deben a que citamos de memoria, pues, se trata de expresiones grandilocuentes que cualquier funcionario menor de cualquier Ministerio o importante burócrata del Estado-gobierno de la revolución bolivariana que, curiosamente, siempre son los mismos.
3- Tal designación la hacemos en virtud de la división impuesta por el gobierno de Chávez y sus seguidores; esto es, si usted apoya fanáticamente al gobierno es de izquierda, si lo critica o cuestiona, ergo, es de derecha y que Dios y la Virgen protejan su pellejo.
4- Ni siquiera menciono a los hermanos y hermanas que mueren por falta de medicamentos, pues, de eso están muriendo hasta los de las clases medias más elevadas, que no los ricos, pues, los ricos de derecha ya no viven en Venezuela, y los enriquecidos de la izquierda están en Cuba (Alí Rodríguez, por ejemplo), o en el Gobierno donde, a diferencia del resto de los venezolanos, gozan de libre importación y recepción de alimentos y medicinas para su consumo o su comercialización indiscriminada.
5- En verdad, el Sub-Marcos, en esa oportunidad se refería a la izquierda mexicana; pero, ¡Ah Mundo! ¿Cuál es la diferencia con el resto de nosotros?
6- Adrede no menciono a Chávez, Nicolás Maduro o Diosdado Cabello, pues, ninguno de ellos calza.
7- Chávez, como todo militar, nunca tuvo idea sino de tener y demostrar públicamente su poder, tal vez, la expresión que más lo dibuje como ser humano sea, un verso de una salsa cantada por Ruben Blades que dice: “Te andan buscando unos tipos que cuando niños/ sus mamás no los querían y ahora viven/ repartiendo bofetás”. Por supuesto, con esto no pretendemos decir que Chávez haya sido manipulado por estos sujetos, pues, eso sería otorgarles una magnitud que, en verdad, nunca han tenido. Pero, se trata de elementos cuyos espíritus zamarros y torcidos, son capaces de servir de muñecos de los más terribles ventrílocuos.
8- Pero de eso hablaremos en la tercera y última parte de este escrito.