En común

Los arquitectos de nuestras vidas están divididos. Hay quienes insisten que todavía no hay alternativa al neoliberalismo. A pesar de las muchas crisis que ha provocado, continúan presionando para lograr competencia en todas las esferas de la vida, ampliar la brecha de riqueza, ignorar el cambio climático y perseguir el despojo constante de nuestros derechos y comunidad.

También estàn los que los que buscan persuadirnos de que el capitalismo puede salvarse de sí mismo. Ellos ocultan el capitalismo detrás de un rostro humano. Nos dicen que el medio ambiente, desastre se puede evitar mediante soluciones tecnológicas.

Dicen que las injusticias sociales profundamente arraigadas se pueden curar con algo de mayor crecimiento económico. Afirman de que estaremos más seguros con más policías en nuestras calles.

Y, sin embargo, sabemos que el capitalismo está muriendo, que sus mentiras han sido desenmascaradas, que su control sobre nuestro mundo y nuestras vidas es mantenido sólo a través de expropiaciones, dependencia y deseos mercantilizados.

Los Comunes si pueden sobrevivir y desarrollarse posibilitarían ver un fin del capitalismo sin apocalipsis. Nos proporcionan técnicas para construir otro mundo, y narran prácticas de alternativas y teorías de la esperanza. Es un vistazo a nuestro presente compartido, para un futuro en común.

“In Common” es una publicación de Zed Books bajo la dirección creativa “Licencia de bienes comunes”. Eres libre de compartir este material, transformarlo y aprovecharlo para fines no comerciales.

Omnia Sunt comunidad (Todo es comunidad)

Massimo De Angelis

Original- Libro completo en inglés:
https://www.academia.edu/76076867/Omnia_Sunt_Communia_On_the_Commons_and_the_Transformation_to_Postcapitalism

Contenido

Tablas, figuras y cajas.viii

Agradecimientos

Introducción: Omnia Sunt Communia -Todo es comunidad- …pag 1

PARTE UNO
Los comunes como sistemas
1 bienes comunes …pag 29
2 sistemas …pag 75
3 elementos …pag 119

LA SEGUNDA PARTE
De Elinor Ostrom a Karl Marx
4 Gobernanza de los comunes …pag 143
5 El nexo monetario y la fórmula de los comunes …pag 173

PARTE TRES
Común: la fuente de poder de base
6 Movilizar el trabajo social para el procomún …pag 201
7 La producción de autonomía, límites y sentido …pag 223

PARTE CUATRO
Cambio social
8 Común de límites …pag 265
9 Comunes y capital/estado …pag 303
10 Hacia el poscapitalismo …pag 357
Notas …pag 389
Referencias …pag 399
Índice …pag 419

Tablas, figuras y cajas.

Mesas

1.1 Los comunes como tipo de bien …pag 38
1.2 Tipos de bienes comunes, según la regla de Yochai Benkler …pag 54
7.1 Los derechos de propiedad como un conjunto de derechos …pag 254
9.1 Utilizar los productos complejos del otro sistema …pag 333
9.2 Principios de una resiliencia de los bienes comunes …pag 342

Cifras

2.1 Camino temporal del sujeto (cuerpo) a través de los comunes …pag 81
2.2 Una ilustración de la relación sistema-entorno …pag 83
2.3 Los comunes como sistema social …pag 98
2.4 Campo de fuerza …pag 113
5.1 El conato de expansión ilimitada del capital179
5.2 Circuito de capital ampliado186
5.3 Acoplamiento entre la producción y circuitos de reproducción…pag 189
5.4 El circuito de los comunes circuitos de reproducción …pag 193
7.1 La reproducción del sistema de sus propios límites. …pag 244
8.1 Límites comunes …pag 293
8.2 La asamblea del mercado, institución central del Campi Aperti, Bolonia …pag 296
8.3 Productores-consumidores-mercados-red de bienes, Campi Aperti, Bolonia …pag 299
9.1 El modelo iceberg de la economía …pag 314
9.2 Acoplamiento estructural capital-comunes …pag 330

FIGURAS Y RECUADROS

10.1 Una visión panorámica de la sociedad y la regulación …pag 376
10.2 Sociedad controlada …pag 378
10.3 Movimientos de los comunes y revolución social …pag 385

Cajas

1 Ocupar …pag 42
2 Clínicas griegas autoorganizadas …pag 46
3 Estadísticas de solidaridad griega …pag 50
4 Bienes comunes del agua …pag 91
5 El significado de Minga …pag 130
6 Flores Rancho, 19 de abril de 2010 …pag 159
7 Teir parking, nuestro parque …pag 164
8 No hay agua gratis si viajas gratis …pag 248
9 Invasión escolar y límites temporales …pag 266
10 Soberanía alimentaria …pag 284
11 La aldea cooperativa, 26 de marzo de 2010 …pag 318
12 El punto de las luchas …pag 350

Agradecimientos

Este libro es la creación de muchos encuentros discontinuos, con personas, libros, situaciones y procesos de vida. Cada uno de estos encuentros me trajeron una confirmación o una disonancia, una pregunta o un signo de exclamación.

Para buscar los bienes comunes tenía la intención de dejar la parte normalizada de mí sentada en silencio, en su enfurruñarse cínicamente sobre la condición del mundo y abrirse a la calidez de la comunidad humana. Esta era la única manera para mí de investigar sobre los bienes comunes.
Como esta obra no es una obra literaria, esta calidez no se expresará mucho a través del libro. Pero nunca hubiera podido realizar esta investigación sin haber experimentado el amor, la amistad y la experiencia de comunidad con muchas de las personas que me enseñaron sobre los comunes.

En primer lugar, a diferencia de muchos otros temas en ciencia, el estudiante de los bienes comunes no puede evitar examinar también la posición en la que él o ella, el autor e investigador, se encuentran ubicados en gran parte de la vida diaria y su círculo inmediato de afectos y amor. Los micro-comunes de mi familia, y los comunes- allí, se convirtió en el espejo más inmediatamente accesible para mi diálogo interno continuo sobre el sistema, sobre aspectos tales como las propiedades de los comunes y las aporías de los proceso de comunalización.

Por tanto, debo agradecer a Dagmar y a nuestro dos hijos Leonardo y Nicola por su apoyo en tiempos críticos y por su paciencia al tener que lidiar con mi interminable trabajar en ‘el libro’ en medio de muchos otros trabajos y vidas, y mis intentos, a menudo inapropiados, de considerar la suelo de la cocina como sala de seminarios, aunque todavía teníamos mucho de divertido en común.

En 2008, mi familia se fue a vivir a un pequeño pueblo en los Apeninos cerca de Módena. Desde entonces, he absorbido la esquizofrenia.
El shock frenético y creativo de trabajar y vivir en dos lugares tan increíblemente diferentes: Monchio, un pequeño punto en algunos –no todos– mapas, donde la vida transcurre lenta y un valle abierto coronado por las montañas te hacen sonreír por la mañana; y Londres, la ciudad global que nunca se detiene, en la que multitudes sin comunidad corren a coger el metro para no llegar ni un minuto tarde al trabajo.

Este shock ha sido extremadamente formativo para mí y para mi comprensión de los comunes, cuando me di cuenta a través de mi cuerpo, de la pobreza del habitar metropolitano, y la riqueza de los aldeanos.

El momento clave de la realización ocurrió un día cuando sentía hambre en el metro cuando viajaba a la clase nocturna, mientras rodeado de gente que volvía a casa del trabajo, todos comiendo patatas fritas. Saqué mi sándwich de mi bolso, y en con el primer bocado me di cuenta de lo rico que estaba: por cada ingrediente en mi suculento sándwich, pan incluido, conocía las caras de sus productores, había bromeado con ellos y compartido sonrisas. Constituía algo que habían planeado juntos, podía confiar en su método de producción sin necesidad de ninguna certificación orgánica. Celebré ese algo comunal de los tomates y las hojas de ensalada.

Desde ese momento Londres me pareció un misterio, aunque había vivido allí durante casi treinta años y lo pasamos bastante bien: el tráfico, los centros comerciales, los autobuses llenos, el transporte caro, las tiendas y marcas replicantes, los productores de alimentos extraños, la pobreza en medio de la abundancia, el alto costo de la vida, el zumbido venal del comercio, los jóvenes trabajadores de caridad en calles concurridas pidiendo dinero para alguna causa desesperada. La multitud dispersa, intentando distraerse para salir del delirio colectivo con algún divertido disfraz, mientras el ayuno y la vida precaria en la ciudad global hizo que fuera difícil sostenerse.

Al estar en común con los demás, la vida aburrida en el pueblo apareció para mí como una increíble oportunidad para el comunalismo. Nuestros hijos fueron a la escuela en el pueblo, presentándonos así a otros padres, y Dagmar y yo comenzamos, con otros en el pueblo, a tener común.

Casi diez años después, tenemos una asociación con una (no certificada) alimentación, un jardín comunitario biológico, un grupo de teatro que produce drama y comedias sobre aspectos críticos de nuestras vidas, y estamos involucrados en la organización de eventos sobre alimentos y medicina.

Plantas que crecen espontáneamente en nuestra localidad, defensa contra el cierre de escuelas, replanteamiento crítico de los modelos contemporáneos de educación, jornadas ecológicas, producción de trigo antiguo y dar la bienvenida a los refugiados para contrarrestar el miedo y la ansiedad generalizados.

Explorar con otros un territorio tan pequeño en busca de problemas y soluciones se abrieron ante mí – un académico urbanita con años de investigación y experiencia de las luchas urbanas y las estrategias capitalistas. Una dimensión creativa completamente nueva arraigada en el tejido de la vida diaria en un contexto determinado, más que en las grandes afirmaciones del trabajo académico en el mundo descontextualizado de las abstracciones.

A gentes amigas de Montagna Viva, nuestra asociación para el procomún (y especialmente a aquellos con quienes trabajé más de cerca junto con Dagmar), es decir, Carlo, Claudia, Daniela, Giorgio, Giuliana, Loretta, Melissa, Patrizia, Stefano y Roberto, doy un cordial agradecimiento por compartir conmigo el desarrollar y sostener una “asociación de individuos libres” (Marx 1976) y una gran abrazo por haberme dado experiencias de primera mano en la compleja capacidad de mantener la cohesión y la motivación, incluso en espacios tan pequeños, así como la emoción de la puesta en común y de lo nuevo. Espero continuar nuestro viaje en territorios siempre nuevos.

Este libro es también el resultado de años de investigación en espacios más allá de mis círculos inmediatos. Tuve el privilegio de visitar espacios comunes y hablar con plebeyos en Italia, el Reino Unido, Grecia, Francia, Alemania, España, Suiza, Austria, Croacia, Estados Unidos, Sudáfrica, México, Brasil, Ecuador, Bolivia y Perú. En las reuniones a las que asistí, pude hablar con personas comunes y corrientes.

Otros lugares más allá de estos países: Colombia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Canadá, Nigeria, Uganda, Tanzania, India, son sólo los que puedo recordar. Algunos de mis informantes me dieron ideas clave sobre aspectos de los bienes comunes, mientras que otros los confirmaron.
En este libro he ilustrado algunos de los casos que fueron material muy formativo para mí, que me obligaron a viajar más adelante en mi viaje teórico y explorar y seleccionar nuevas formas de pensar, para entender las nuevas ideas como aspectos de los comunes.

Por tanto, debo agradecer a Patrick Bond y al Fundación Rosa Luxemburgo por hacer posible mi visita a Durban y Johannesburgo en 2004, y Prishani Naidoo para presentándome las luchas antiprivatización de Sudáfrica sobre el agua y la electricidad, y por guiarme hasta el municipio de Orange Farm, donde pude recopilar ideas iniciales clave en la dinámica interna de un movimiento por los bienes comunes.

Durante los veranos de 2007 y 2010 participé con amigos y colegas alrededor “El plebeyo” en el convivium común, generalmente una experiencia de una semana de duración. Encuentros intensos, en los que compartimos cocina y cuidado de niños, jugábamos con palabras y pelotas, dormíamos la siesta en hamacas y césped del bosque, y hablamos interminablemente sobre las diferentes crisis de el tiempo, los diferentes movimientos y los comunes.
En estos contextos maduré, ya sea por simbiosis o disonancia, la estimulación para desarrollar más mi marco teórico, con el fin de hacer posible incluir todas nuestras voces en los comunes. En la convivenvia que realicé en mi cuerpo – aunque ya lo sabía en mi mente – que entre las diferentes opiniones y posiciones expresado sobre un tema determinado, fue imposible seleccionar solo uno para definir los bienes comunes. Un proceso difícil de búsqueda de consenso, incluso en este nivel teórico, era necesario para seguir adelante. Aunque cuando se alcanzó ese consenso, las diferentes posiciones, esas ideas a menudo se mantienen vivas al menos en los debates internos individuales.
Esto me enseñó que la complejidad se encuentra también en los pequeñas grupos en comunicación, y que es imposible definir la bienes comunes “políticamente correctos” con la línea “correcta”, o subrayar posición del mundo. De ahí surgió en mi mente la necesidad de definir marcos que permitan una continuidad del argumento y una diversidad de creencias y valores, pero con un mecanismo que es capaz de llegar a decisiones consensuadas.

Común es, por lo tanto, allí, una danza continua de valores, mantenidos unidos por el ritmo de nuestra reproducción diaria y de las decisiones que hay que tomar comunitariamente en contextos dados. Con esta preocupación en mente, más tarde encontré la obra de Humberto Maturana y Francisco Varela, aportando una visión sistémica de la vida celular que comencé a traducir –con cierta dificultad– en términos de el sistema de bienes comunes en el contexto de nuestra política capitalista.

El paso de estudiar a Maturana y Varela, utilizando una de las ideas de Luhmann, y la complejidad posterior fue relativamente breve. Mucha gente participó en nuestro convivencia, pero debo agradecer especialmente a aquellos con quienes trabajé estrechamente durante ese período y quién impulsó mi pensamiento en los años que siguieron: Camille Barbagallo, Nick Beuret, George Caféntesis, Maria Rosa Dalla Costa, Olivier De Marcellus, Emma Dowling, Silvia Federici, Viviane Gonik, David Harvie, Suzanne Lerch, Tadzio Müller y Hans Widmer.

En primavera de 2010 viajé por Ecuador, Perú y Bolivia, mientras estaba de licencia sabática en la Universidad de East London.
Otro semestre sabático en 2014 me permitió finalizar un primer borrador, muy tosco e incompleto para este libro.

En ambos casos, agradezco cordialmente a mis colegas por hacer posible estos tiempos sabáticos que, al liberarme temporalmente de mi responsabilidades docentes, me permitieron terminar y ahora publicar este libro.

Durante mis viajes de 2010 visité numerosas asociaciones comunitarias., absorbiendo su omnipresente espíritu comunitario en conversaciones compartidas con participantes del movimiento de bienes comunes que todavía recuerdo.

Después, regresar a Europa todavía intentando para descubrir de qué se había tratado la experiencia, si tenía que ver sólo con la especificidad cultural de las regiones andinas o si compartía elementos importantes con los europeos.

Demasiadas personas contribuyeron a esta experiencia para que yo les agradezca a todos individualmente aquí. Sin embargo, debo agradecer a Oscar y Marcella. Oliveira, que me abrió la posibilidad de hablar con tantas miembros de asociaciones de agua en Cochabamba y presentaron conmigo, con sus ideas clave, sobre la experiencia de la guerra del agua y la política boliviana; Carlos Pérez, dirigente de la Junta de Agua en Cuenca, en el sur de Ecuador, cuyos cuentos de Minga – los momentos comunes de los movimientos indígenas –llenaron mi corazón con la presencia de otros, muchos más plenos. Aportaron a la direcciónde mi vida y confirmaron que mi investigación iba por el buen camino.

Antonio Polo, el sorprendente sacerdote que durante cuarenta años se desempeñó en la alguna vez sobreexplotada comunidad de Salinas, Ecuador, y se convirtió en un instrumento decisivo en el desarrollo de un modelo de economía solidaria: en nuestra larga charla en su salón frente a la plaza principal del pequeño pueblo, Antonio me enseñó las virtudes de los procesos ‘emprendedores’ de los bienes comunes: facilitadores del procomún – y los riesgos si se exceden en ese papel.

A menudo viajo a Europa continental para conferencias y trabajo- y desde que mi investigación sobre los bienes comunes se convirtió en mi tarea de diaria preocupación, he aprovechado la oportunidad para visitar los bienes comunes espacios y hablar con los plebeyos. Debo agradecer específicamente a algunos personas clave que fueron fundamentales para abrirme el camino para obtener conocimientos clave. En primer lugar, Haris Tsavdaroglou, Sócrates Papazoglou, Lia Yoka e Iria Grammenou me llevaron por Grecia en 2013, presentando un libro que contiene algunos de mis escritos en griego para las Éditions des étrangers.

Durante ese viaje me hicieron tremendas preguntas sobre la crisis y la posibilidades de los bienes comunes que impulsaron aún más mi pensamiento sobre la los comunes. Debo agradecerles por darme esa oportunidad, y también quiero agradecer a los estudiantes y comunidades activistas de Volos y del ‘Hilton’ de la okupación europea, Rosa Negra en Hania, Creta, por compartir su espíritu agradable y provocador.

Inspirándome en mis pensamientos con sus increíbles preguntas y comentarios.
Gracias también a Antonis Broumas por invitarme a Atenas en 2015 y 2016 para didiferentes ediciones of el festival de los comunes, lo que me permitió hablar con plebeyos involucrados en movimientos sociales y asociaciones de bienes comunes.

Me ha llamado la atención en mi trabajo sobre los bienes comunes, adoptada por los arquitectos en muchos contextos. Compartí una experiencia muy afortunada. la entrevista con Stavros Stavrides con la revista “Una arquitectura” en 2010, y desde entonces he sido invitado entre los arquitectos para hablar de los bienes comunes. Desconcertado por tal interés, más tarde descubrió que se debía a que muchos arquitectos jóvenes, consciente de los problemas de la economía política actual y no está dispuesto a competir por trabajo en grandes estudios que diseñan grandes centros comerciales, en cambio quieren diseñar espacios comunes, espacios para facilitar la puesta en común. Algunos de estos podrían ser como los que ha diseñado y desarrollado por R-Urban en París al que fui presentado en 2015 por Doina Petrescu, arquitecta de Shefeld Universitario que vive y trabaja en París.

“Agrocité” (comunidad complejo (jardín comunitario, cocina, espacio para conferencias e invernadero) construido en medio de una banlieue de París (no lejos de un centro de reciclaje y centro de basura) – me inspiró aún más con la gran posibilidad Ciudades – y desafíos – del procomunismo urbano. Gracias a Doina y personal de R-Urbanpor por discutir conmigo aspectos de mi trabajo y por abrirme su increíble creación.

En los últimos años también he tenido la oportunidad de debatir aspectos de mi trabajo con estudiantes y académicos de posgrado de la ecología política crítica. En particular, quisiera agradecer Giacomo D’Alisa (Universitat Autònoma de Barcelona), Marco Armiero (Real Instituto de Tecnología de Estocolmo) y Federica Barca (Universidade de Coimbra), quien ayudó a aclarar para mi el papel central de los bienes comunes en las luchas ambientales y en la teoría del decrecimiento. Gracias a Andy Hilton por su útil comentarios sobre un borrador del Capítulo 7 sobre el uso común.

Gracias también a George Cafentzis y David Harvey, quienes han leído secciones importantes del libro y han proporcionado importantes comentario sobre mi trabajo. También agradezco mucho a Raquel Gutierrez Aguilar, Lucía Linsalata, Mina Lorena Navarro y otros amigos del personal y alumnos del centro de posgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México, por su compromiso constructivo, apasionado y crítico con mis ideas, durante nuestra discusión de una semana en octubre de 2016 en el encuentro ‘Revolución social, Reproducción de la vida y de lo comun’, celebrado en Puebla. Me ayudaron a reconocer lasfortalezas y las limitaciones de mis argumentos, y el gran común terreno entre la narrativa tipo marco que utilizo en este libro y una narrativa más directamente político-filosófica. También agradezcoa Silvia Federici, quien en Puebla y en muchas otras ocasiones, me recordó el papel clave que desempeñan las mujeres en la defensa y construyendo los bienes comunes.

Debo agradecer a Juhana Venäläinen, quien hizo en algunas redes sociales, análisis sobre la agricultura comunitaria en Italia cuando estaba visitando la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de East London, trabajo que resultó en un gráfico que seleccioné para este libro.

Me gustaría agradecer a Pat Harper, quien como editor ha hecho un magnífico trabajo de limpiar el texto de oraciones extrañamente compuestas.

Finalmente, muchas gracias a la editora encargada de Zed, Kika Sroka-Miller,p or su entusiasmo y paciencia al editarme este libro. Todo el equipo de Zed ha sido fantástico y estoy muy feliz de que este libro y la serie “In Common” llegan a las estanterías con una versión creativa licencia de bienes comunes.Deseo dedicar mi trabajo a todos los plebeyos/comunes en lucha, por su dedicación a reproducir la vida a través de prácticas valorativas claramente opuestas a las de los procesos capitalistas normalizados, y sus esfuerzos por ser resilientes, de mente abierta y creativa aún en condiciones de adversas circunstancias.

enlace relacionado: (inglés)
(Video) Spring School 2. Social Movements. Prof. Massimo De Angelis, University of East London, gives a talk on Commons and Social Movements within the Entitle Summer School on Social Movements, organized by Lund University (26 March – 4 April 2014, Lund, Sweden)

https://youtu.be/K6_gTm5zUJo

también editado en https://publicar.argentina.indymedia.org/?p=16752

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