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El Cambio Climático domina las noticias y las redes sociales, acaparando la atención de quienes se preocupan por el medio ambiente y la defensa de la naturaleza. Sin embargo, para el público general, la información suele ser vaga. Se conocen los posibles efectos a gran escala, pero poco se sabe sobre cómo impactará en lugares específicos como Venezuela.
Esta falta de conocimiento local hace que el problema se perciba como lejano, sin generar una preocupación real y tangible. Ignoramos las consecuencias específicas que el Cambio Climático tendrá en nuestro propio entorno y en el de las próximas generaciones.
El principal problema para esto es que se debe estudiar muy bien los fenómenos que se vienen involucrando en el deterioro del sistema climático del planeta, y sus efectos tanto globales como particulares, lo que implica años de mediciones, análisis y estudios que, en un país como Venezuela, difícilmente se podría realizar por falta de fondos, así como problemas básicos sin resolver.
A pesar de la falta de información generalizada, sí existen estudios específicos sobre el cambio climático en Venezuela. Un ejemplo notable es el Primer Reporte, publicado en 2018 por un grupo de investigadores venezolanos. Este documento analiza los riesgos que enfrenta el país, no solo por el calentamiento global, sino también por la acción humana.
El 31 de marzo de 2023 se presentó el avance del Segundo Reporte, aún por publicarse en este 2024. Este ofrece un panorama sombrío para los ecosistemas costeros y, en particular, señala el impacto que tendrán las sequías en el Sur del Lago de Maracaibo y en el municipio Acevedo del estado Miranda. De forma general, también se abordan los impactos económicos derivados de las sequías, el deterioro de los suelos, las repercusiones en la ganadería, la generación de energía hidroeléctrica, el aumento de los desplazamientos humanos, la migración y la pobreza. Adicionalmente, se presenta información global sobre los efectos globales, bastante generalizados, que se esperan a partir de 2032, cuando se supere el umbral de 1,5° de aumento de la temperatura mundial.
¿Cómo afectará al Estado Lara?
Hemos escogido al estado Lara como entidad territorial de referencia sobre lo que podría pasar y la catástrofe ambiental a la que nos acercamos, por la cantidad de datos sobre deterioro ambiental existente, los conflictos ya registrados y lo que conocemos hasta ahora de los efectos que se podrían tener. Así empezamos hablando de las conclusiones generales sobre Lara del Primer Reporte de Cambio Climático en Venezuela de 2018. En este se advierte el uso intensivo de agroquímicos y el modelo intensivo de producción agrícola, que viene deteriorando el suelo y ha provocado el incremento de la erosión, especialmente en el Municipio Jiménez, Quíbor, de enorme importancia productiva. Señalan que la composición edáfica de los suelos de la Depresión de Quíbor, son susceptibles al estrés hídrico por su alto contenido arcilloso, que retiene poca humedad y es susceptible a la compactación, lo que perjudica su capacidad productiva a largo plazo, conforme las lluvias sean más irregulares.
Advierten que existen altos riesgos de salinización y alcalinización de estos suelos, que en un ecosistema semiárido sería perjudicial, acelerando el fenómeno de desertificación, ya denunciado por habitantes de la entidad federal en el municipio Torres en nuestras últimas visitas. Se explica además que estos suelos han perdido una importante cantidad de nutrientes por los métodos agrícolas poco regenerativos, lo que reduce la resiliencia de estos suelos a los fenómenos ambientales desencadenados con el cambio de las temperaturas globales.
Con respecto a la depresión de Carora, el informe señala que sus suelos están pasando por un aceleramiento en el proceso de erosión, lo que puede llevar a la formación de cárcavas, disminución de la tasa de infiltración hídrica al subsuelo, aumento de la colmatación de los embalses, aumento del sedimento en cauces naturales y aparición de estos en calles y vías carreteras; afectando la productividad del suelo en uso económico agropecuario. Afirman que son suelos bastante delicados, producto de sus ecosistemas semiáridos y bajos en nutrientes y materia orgánica, por lo cual la región es bastante vulnerable a los cambios ambientales que se puedan producir. Señalan que con los efectos que ya se viven, en la “baja intensidad” actual, han acentuado la degradación de los suelos de Carora y Quíbor.
Entonces, si a esto añadimos o superponemos los efectos generales, señalados por agencias internacionales, donde se estima una disminución en un 8% el acceso al agua de la población mundial, la pérdida del 8% de las plantas, una disminución en el rendimiento de los cultivos en un 3%, además de un aumento de las olas de calor. Podríamos unirlo a los datos locales que vimos, sobre un incremento en la degradación de los suelos y su pérdida de capacidad productiva en el semiárido noroccidental de Venezuela, podemos detallar que el impacto en el acceso al agua y la productividad agrícola serán sensiblemente más intensas en esta región del país. Pero, si a esto le sumamos los conflictos ya existentes y otros estresores ambientales no señalados en el informe climático de 2018, que han venido en constante crecimiento, podemos ver que las perspectivas de más de la mitad del estado Lara no son nada positivas.
Lara ya vive en 2024 una fuerte crisis hídrica, la cual se viene arrastrando años atrás, pero que cada vez se hace más intensa, en donde confluyen diversos factores para hacerla una de las más conflictivas del país. Una desinversión, generalizada en el país, de los sistemas de recolección y distribución de agua, pero también vemos como la deforestación en las cabeceras de los ríos principales, como El Tocuyo, Quediches, Curarigua, Burere, y muchas quebradas que escurren hacia el Tocuyo, como viene denunciando hace tiempo. Esto, además de los desvíos ilegales y arbitrarios realizados bajo el amparo de fuerzas del Estado. Además, avanza el proyecto minero sobre la cabecera del río Los Quediches, embalsado y fuente importante de agua en el municipio Torres.
¿Qué efecto tendría en 10 años la constante depredación de la capa forestal del estado Lara, especialmente la vinculada a los principales ríos de la región? ¿Cómo afectará el suelo y la producción de alimentos esta degradación constante? ¿Será viable la vida en Carora en unos 20 o 30 años más, cuando ya muchos habitantes tienen dos décadas sin recibir agua por tubería?
Son preguntas que se deben abordar con total responsabilidad y seriedad, porque el problema se ve grave. No se necesita ser un experto, ni recoger datos específicos para saber que en Lara el Cambio Climático tiene otros factores que agravarán los fenómenos que se esperan, donde será aún más intensa la sequía, la falta de agua y la pérdida de capacidad agrícola. Esto afectará al país, con una disminución sensible de la producción de alimentos, aumento de la pobreza de los larenses, disminución progresiva de su calidad de vida; lo que obligará a migraciones internas y hacía fuera del país. Se necesitan estudios para cuantificar el impacto y prever la dimensión del problema, así como las medidas de mitigación y adaptación que se deben tomar, con carácter de urgencia lo más pronto posible.
Pero en Lara la gente no se rinde con facilidad, porque, así como se levantan para denunciar y exigir agua, protección de las cuencas, para denunciar las talas arbitrarias y la depredación ambiental, también presentan modelos alternativos. En Lara existe la red CECOSESOLA, la cual es un faro que señala un camino de producción y vida diferente, enfocados en la producción amigable con la naturaleza, redes de solidaridad, cooperativismo y energías alternativas. También existen innumerables experiencias campesinas que buscan rescatar una convivencia con la naturaleza, protección de los suelos y respeto a los derechos de las comunidades y los territorios que la iniciativa Acción Cosecha nos ha ayudado a conocer. Alternativas que señalan un camino a seguir, para luchar por la vida, la justicia y los territorios, antes de que sea demasiado tarde.