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Cuando un conflicto armado enfrenta 2 o mas estados, es tentador posicionarse a favor de aquel que parece defender derechos como los de la autodeterminación, el derecho a la libertad de movimiento, el de vivir en la tierra donde se ha nacido, el derecho a ser parte de la sociedad y no vivir en el apartheid.
La 1a guerra mundial ya planteó al movimiento obrero y al socialismo en general una gran duda. ¿A quien había que apoyar? ¿Había que defender las Potencias Centrales o a los Aliados? ¿O había que insistir en el antimilitarismo y el internacionalismo que inspiró la fundación de la Primera Internacional en 1864?
En aquel entonces la social-democracia optó por apoyar los intereses militares de los estados de la Alianza, creyendo que estos iban a defender los principios de la "democracia" ante la amenaza de una victoria de los imperios austro-húngaro, alemán, otomano y el reino de Bulgaria. Estaban confundiendo el socialismo con la democracia.
Tras la creación del Estado Israelí en el Mandato Británico de Palestina y las duras consecuencias que este hecho ha tenido para la población autóctona, todo nos empuja a pensar que lo justo es apoyar los intereses Palestinos. ¿Pero que son los intereses palestinos?
¿El derecho a la vida? ¿El derecho a vivir en la tierra donde una ha nacido? ¿El derecho a la libre circulación? ¿El derecho a la participación en la sociedad? ¿La igualdad de oportunidades?
¿Acaso no son estos los intereses de cualquier ser humano, independientemente de su origen, su religión o su lengua?
Aquí se nos vuelve a plantear el mismo dilema que se les planteaba a los socialistas de principios del siglo XX. ¿Hay que defender uno de los estados en guerra pensando que el triunfo de uno de ellos garantizará todos estos derechos que hemos mencionado?
La respuesta ahora como en cualquier guerra entre estados es y será siempre: NO. Apoyar a un estado para garantizar los derechos humanos nunca es, ni ha sido, una buena idea. Los estados no son, y no serán nunca, garantía de paz y derechos fundamentales para el pueblo. Sino todo lo contrario.
Tanto el Estado de Israel como la Autoridad Nacional Palestina dicen defender los intereses de su pueblo. Pero en realidad solo defienden los intereses del sus respectivas élites y los de sus aliados internacionales. Tanto los sionistas y ultranacionalistas del Partido Likud, cómo los ultranacionalistas y islamistas de Hamas, usan la guerra como herramienta de consolidación de su poder ante una población intoxicada por el odio al enemigo eterno. Porque cualquier estado necesita defender al pueblo de algún enemigo interno o externo. El conflicto entre Judíos y Árabes es la mejor garantía de la supervivencia de ambas estructuras de poder**.**
Es por eso que hacemos un llamamiento al pueblo que vive y sufre el conflicto en sus carnes, a judíos y árabes cuya sangre se derrama ya por demasiados años:
No importa vuestro origen, vuestra lengua o vuestra religión: Uníos contra la tiranía de los estados que os utilizan y os enfrentan intencionadamente.
Liberaos de la dominación de vuestras mentes a través del fanatismo religioso y el nacionalismo.
Luchad juntos y juntas por vuestros derechos fundamentales como seres humanos y como trabajadores y trabajadoras contra las élites económicas que os quieren divididos.
Exigimos al estado de Israel y al Partido Likud:
Que detenga inmediatamente todo ataque a la población civil de la Franja de Gaza.
Que renuncie a sus planes de expulsar a la población Árabe de Jerusalén Este.
Que detenga la persecución de la población árabe en todo su territorio.
Exigimos a la Autoridad Nacional Palestina y a Hamás:
Que detenga todo ataque a la población civil de Israel.
Y le recordamos a todos aquellos que tengan la tentación de justificar los ataques de Hamás a la población civil israelí por su simpatía con la causa palestina, que la crueldad de los estados no se mide con la cantidad de víctimas civiles causadas por sus ejércitos. Una sola víctima inocente en Israel provocada por un ataque de los islamistas de Hamás es tan indignante como una víctima inocente en Gaza causada por un bombardeo del ejercito israelí. En esta guerra no tiene más razón quien más civiles entierra.
Abajo la tiranía del los estados y las élites económicas. Contra la guerra entre pueblos por intereses políticos de los privilegiados. Abajo la guerra entre hermanos y hermanas por los intereses geopolíticos de las potencias capitalistas internacionales.
Porque solo hay una guerra en la que valga la pena luchar: ¡LA GUERRA DE CLASES!