ES PARA USTEDES, LOS DEL I.V.S.S.

El proceso de deshumanización que vive la sociedad venezolana, ha llegado a tal extremo que la vida no vale nada, el que se enferma y va a cualquier centro hospitalario pasa inadvertido, la misma dinámica médico-asistencial lo invisibiliza, no existe como ser humano y si va al hospital es porque es pobre y la pobreza se condena.
Pero además de ser pobre es viejo, arrugado, enclenque y a veces ni se le entiende lo que dice o trata de decir, en otros términos, ser viejo significa perder todos los derechos como ser humano y la seguridad social, el derecho a la salud y a la vida contemplados en nuestra Constitución, es letra muerta y es letra muerta porque al anciano en Venezuela se le pisotea a diario su condición de ser humano.
Soy testigo de éste escenario y una de las Instituciones creadas para proteger y velar por la seguridad social de todos los venezolanos como es el I.V.S.S. es donde más se pisotea la dignidad de los pobres del campo y la ciudad, un ejemplo de ello es lo que pasa en el hospital del Seguro Social de San Cristóbal, en su farmacia nunca hay medicina y lo peor, juegan con la vida de los pacientes terminales, unos con cáncer, otros son pacientes trasplantados o con otras enfermedades donde los tratamientos recomendados por los médicos nunca los hay o son entregados de manera incompleta.
La regente de la farmacia, no da razón alguna y no le gusta hablar con los descamisados, le molesta, le fastidia y el paciente termina regresando a su casa resignada o como dijera alguien en esas largas colas que se forman o bien para mendingar una consulta o un medicamento: “lo mandan a uno a morir lentamente a su casa”.
¿Y el director del hospital? Bien gracias…
Hoy en día, el maltrato de los ancianos sigue siendo un tema tabú, por lo común subestimado y desatendido por quienes tienen la obligación de cumplir con la tarea que contemplan las leyes de la República. Sin embargo, cada día hay más indicios de que el maltrato de los ancianos es un importante problema de salud pública y de la sociedad.
Conversando con un psiquiatra amigo, acerca de esta situación me decía: “muchas veces los maltratadores no tienen conciencia de su conducta, pues tienen una noción muy escasa de esta situación o simplemente el analfabetismo funcional los vuelve ciegos, cualquier acción que implique una limitación o privación de derechos de los adultos de tercera edad, de su intimidad, o la satisfacción de sus necesidades se clasifica como abusiva. Se reconoce en el contexto científico internacional que la gente de tercera edad también constituyen una población vulnerable y susceptible a recibir malos tratos y se considera este fenómeno como un terrible problema social, que todos los profesionales debemos ayudar a resolver y más aún cuando se trata de velar por su salud”.
El amigo es interrumpido por una llamada telefónica y después de atenderla me agrega: “Casi siempre los abusadores han sido abusados en su niñez o adolescencia, e imaginan que nunca llegarán a ser viejos. Por otra parte, no siempre actúan con mala intención, sino tal vez por frustraciones, ignorancias o descompensaciones emocionales.
A mi juicio, de todas las "versiones" de maltrato a la gente de tercera edad, quizás el abuso psicológico es el que menos se palpa y a veces, sin embargo, es el que más duele y daña.
Sin lugar a dudas. Un desprecio, un desplante o un insulto es más doloroso que un puñetazo, y en ocasiones la agresividad puede transmitirse con la expresión facial, con la ironía, con una mueca, o con el tarareo de una canción”.


Publicado el 12 de marzo de 2018

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