De las recientes elecciones regionales que se realizaron ayer, me gustaría compartir 8 breves ideas para el debate:

a) Muy al contrario del “arrase” del chavismo, los números constatan en realidad otra cosa: que la mayor parte de los electores no votaron por el PSUV. Si además añadimos la gran cantidad de gente que se abstuvo de votar, lo que tenemos es un retrato, chueco quizás, del enorme nivel de rechazo que tiene este gobierno en el país.
b) Habría que insistir: numéricamente, queda nuevamente claro que están dadas las condiciones para la realización del referéndum revocatorio. El problema es cómo se organiza y, sobre todo, qué vendría después.
c) El rol de los partidos de la oposición tradicional quedará en la historia como la expresión de una extraordinaria incapacidad para capitalizar un descontento social sin precedentes. Han logrado incluso que, a pesar de los grandes deseos de sacar al gobierno actual, una parte de sus seguidores prefieran no votar, ante el hastío que les han producido. Y no logran salir de su laberinto.
d) Como contraparte, hay que reconocer que se están configurando otras bases y disidencias partidistas, algunas compuestas de jóvenes liderazgos que, como mínimo, podríamos decir que disputan por algo diferente en el campo minado que se ha vuelto el ámbito electoral. Son minoritarias, ciertamente, y no se sabe hacia dónde puedan evolucionar (hay de todo ahí), pero buscan hacer un cierto contrapeso a la descomposición política que predomina en los partidos.
e) Lo que nuevamente hay que resaltar es ese 60% de abstención; decirlo una y otra vez: no es poca cosa. Es el reflejo de un descontento mucho más profundo de lo que parece. De la caducidad de una clase política muy extraviada, en franca descomposición, que se encuentra en un vacío, y no logra sacar al país del hueco en el que contribuyó a colocarla.
f) Es sencillo: el sistema político no tiene legitimidad. Y en realidad se gestiona por la fuerza, por el chantaje, por la cooptación y la coacción. La arena pública ha sido virtualmente abandonada. La gestión de la precariedad es el principal mecanismo de mediación política hoy en Venezuela. Requerimos un viraje radical para salir de esto.
g) Hay que mirar con mayor interés e intención el campo popular, ese universo extraordinariamente heterogéneo donde se están produciendo nuevos horizontes, nuevos códigos políticos, nuevas agendas, muy hacia adentro, ciertamente, pero tienen todo el potencial para nuevos cambios. ¿Puede tener alguna faceta reaccionaria? Sí puede, no pretendo romantizarlo, pero hay otras cosas. Es un campo también contradictorio, de posibilidades.
h) Hay que ir más allá de lo electoral, sabiendo que en cambio, el grueso de la atención mediática se dirige a este ámbito. Lo que realmente requerimos es, a mi juicio, un trabajo de base, de mediano y largo plazo, que contribuya al fortalecimiento de nuevas culturas políticas, nuevos trabajos territoriales, y sobre todo, una nueva cultura de los derechos y la autonomía, que ha sido históricamente frágil en Venezuela. Esto nos va a llevar tiempo, pero es la base de una transformación orgánica.


Publicado el 22 de noviembre de 2021

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