Un problema politico

El reto que tenemos como pueblos, es ambicioso, pero dentro del marco natural de independencia en todos los órdenes, consideramos que hablar de la unidad latinoamericana, no responde a una locura, a pesar de las diferencias que puede haber en términos políticos, sociales y económicos. Los mismos se pueden superar, si en realidad desarrollamos una cultura de unidad. La unidad, se puede observar como una necesidad de nuestras naciones, en aras de nuestra propia subsistencia, de preservar lo nuestro y así evitar que la globalización borre nuestra identidad como nación y como pueblo.

Romper con la sociedad occidentalizada y más aún, con el modelo globalizado, impuesto por LOS GRANDES CONGLOMERADOS, EXPRESIÓN DEL IMPERIO DEL CAPITAL, es casi imposible, en el marco de la ideología de la dominación. Hay jefes de Estado, en América Latina, que sostienen que definitivamente hay que plegarse a los propósitos globalizadores de la economía, ya que no existe escapatoria alguna y que aislarse es un simple suicidio no importándoles que esa globalización, además de colocarnos como simples consumidores, trae consigo un componente ideológico, político y militar, que acaba con nuestra concepción de Nación, País y Pueblo.
Tales apreciaciones, son el producto de intereses foráneos y de grupos, que poco les importa el futuro de los pueblos y de las naciones. Son gobiernos que responden a las ambiciones NORTEAMERICANAS, RUSAS, CHINAS –ENTRE OTRAS NACIONES CON VOCACIÓN IMPERIAL- donde inclusive han entregado la soberanía de la patria, redefiniendo sus constituciones, a través de las llamadas constituyentes derivadas, desde luego, del poder constituido, para legalizar la "inversión" extranjera, sin revisar si la misma favorece o no a los intereses económicos y reales de sus ciudadanos y de la patria en general.
En medio de este escenario de ideas y múltiples contradicciones, que convierten la unidad latinoamericana, en un verdadero problema político, que necesariamente hay que enfrentar, a través de la discusión franca, tolerante, de la prudencia inteligente, del respeto hacia los pueblos que se representan, de los intereses colectivos de las naciones, para darle respuesta positiva y justificación real, a una nueva manera de ver la unidad, en los nuevos espacios convivenciales que nos esperan, para ir construyendo nuestra propia independencia y soberanía.
Entendemos que el comienzo no es fácil, que hay intentos fallidos, dejando malas experiencias, agudizando luchas de interés que en nada nos han favorecido en los planteamientos de unidad, pero las nuevas realidades nos obligan a reunirnos nuevamente, a los sectores que sienten la necesidad de liberar a sus pueblos, a ponerle voluntad política en el escenario de un nuevo orden mundial, que busca colocarnos como simples colonias, para seguir irrespetando nuestra condición de países autónomos.
El reto que tenemos como pueblos, es ambicioso, pero dentro del marco natural de independencia en todos los órdenes, consideramos que hablar de la unidad latinoamericana, no responde a una locura, a pesar de las diferencias que puede haber en términos políticos, sociales y económicos. Los mismos se pueden superar, si en realidad desarrollamos una cultura de unidad. La unidad, se puede observar como una necesidad de nuestras naciones, en aras de nuestra propia subsistencia, de preservar lo nuestro y así evitar que la globalización borre nuestra identidad como nación y como pueblo.
De allí, que ese nuevo proceso de unidad latinoamericana, hay que construirlo, debe verse en la génesis de lo que han sido nuestros procesos históricos, para poder reencontrarnos y replantearnos un nuevo modelo societario, que pasa necesariamente por un proceso de lucha permanente para la emancipación, capaz de diseñar sus propia estrategia económico-social, militar, basada en un política agro ecológica para la producción de alimentos, de guerra contra el hambre, la pobreza y la ignorancia. Esa propuesta civilizatoria, debe asignarle al nuevo sistema educativo la tarea, además de educar, instruir, enseñar y vivir con dignidad, rearmar DOCTRINARIAMENTE EN EL SUEÑO DE BOLIVAR y SIMÓN RODRIGUEZ para echar las bases para producir ciencia y tecnología propia en equilibrio con nuestro medio ambiente natural, que rompa de manera gradual y definitiva con la dependencia y el concepto salvaje, de producir ciencia y tecnología, para reemplazar la fuerza del trabajo del hombre y obtener de esta manera mayor riqueza, deshumanizando los procesos productivos y generando el mayor número de desempleo posible, cambiar el concepto de trabajo en el proceso de producción, de manera que el mismo sea para producir hombres libres y no enajenados. Un modelo civilizatorio que proteja nuestra identidad como latinoamericanos, aupando e incentivando la resistencia a los procesos transculturizadores, que nos pretenden imponer modelos "civilizatorios" contrarios a nuestras propias nacionalidades.


Publicado el 3 de mayo de 2019

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