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Si algo ha tenido el desarrollo del capital, es su capacidad de innovar sus procedimientos, para de esta manera reproducir de manera “espectacular” el dinero y en esos andares generar nuevos paradigmas para consolidar su dominio, paradigmas que aparecen como salvadores de la humanidad ante tanta miseria y pobreza de millones y millones de seres humanos que mueren por culpa de quienes poseen el poder real, bajo la complicidad de políticos y gobiernos apátridas que por mantener el poder formal no solamente traicionan la confianza de sus electores, sino que venden la soberanía de sus propios países, entregando sus recursos naturales a los grandes conglomerados que masacran no solamente a seres humanos sino que también maltratan de manera irracional al planeta.
Desde 1945, hasta nuestros días dos modelos de sociedad se han disputado el mundo (socialismo y capitalismo), es lo que se ha conocido como la “Guerra Fría” donde los soviéticos, norteamericanos y ahora China, han querido imponer su pensamiento, su cultura, sus costumbres en ese proceso transculturizador, con el fin de obtener de los países recolonizados el máximo de beneficios sobre todo en materia minero-extractiva. “Guerra Fría” que ha dejado más muertos que las propias guerras armamentistas de gran confrontación bélica, donde millones de seres humanos mueren por hambre, enfermedades inducidas, falta de hospitales, ausencia de medicamentos, desnutrición crónica y la que logra sobrevivir en su inmensa mayoría se encuentra en condiciones paupérrimas al borde de la pobreza crítica.
Estos dos modelos de sociedad que pregonan igualdad social, democracia, justicia y libertad solo han acumulado riqueza en sus grupos y elites dirigenciales y la acumulación de pobreza en millones de seres humanos.
En nuestro planeta, la injusticia y la desigualdad son los códigos distintivos. El planeta Tierra, tercero del sistema planetario solar, ya pasa de los 7 mil millones de seres humanos. En él, cerca de 300 millones de personas viven con comodidades mientras el resto soportan la pobreza y tratan de sobrevivir. Una diferencia criminal donde la riqueza se concentra en pocas manos a costa del hambre, la miseria y las muertes de seres humanos.
Particularmente siempre he creído, al igual que muchos compatriotas, que en el mundo del capitalismo-ahora globalizado- se programan estrategias y tácticas, para asentarse en cualquier modelo de sociedad independientemente de la tendencia ideológica y política que sus gobiernos tengan. Los dueños de ese capital, ante las masas nunca aparece culpable de la explotación humana, del hambre, la muerte y la miseria de los pueblos, por el contrario, esa responsabilidad le toca asumirla los gobiernos, que en cada país se dan, bajo el asesoramiento y la dirección del FMI, el BM, la OMC y otras instituciones y conglomerados que en el escenario de las finanzas, la industria y el comercio operan en el mundo. Y la responsabilidad la asumen los grupos y clases dominantes que gobiernan por su condición de celestinos ante el imperio del capital, por resguardar sus cuotas de poder, no importándoles incluso entregar los recursos naturales y la soberanía de los países que rigen, colocándose ante la historia como falsarios, rémoras y verdugos de sus propias patrias.
Éste escenario, que arropa a inmensos sectores de la población sin que estos se den cuenta del mal que le ocasionan a los pueblos, no los deja ver más allá de su propia cotidianidad enajenada, enajenación que convierte a los seres humanos en analfabetas funcionales, analfabetismo que forma parte de la estrategia del gran capital hacia la población, de allí su necesidad de estudiar a través de la psicología, pedagogía, sociología, teorías de la comunicación y de la guerra-entre otras ciencias- las características de vida de los pueblos, no para mejorar sus condiciones de vida, sino para establecer la relación dominante- dominado, relación que se manifiesta tanto en los países llamados capitalistas como socialistas.