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El Libertario se dirige a la opinión pública, nacional e internacional, a objeto de fijar posición ante la grave coyuntura vivida en Venezuela en todos los órdenes en abril de 2017.
En una situación de postración nacional, el militarismo gobernante ha llevado a cabo un programa de destrucción. En el plano económico la hiperinflación, recesión, desabastecimiento y escasez aparte de la descomunal deuda externa, agravada por una corrupción sin frenos. En el ámbito social el aumento de la pobreza, el desempleo, la flexibilización laboral, la economía informal, así como la estatización y fragmentación de los gremios, sindicatos y organismos de la sociedad. En el plano moral el auge delictivo con su carga de muertes y lesiones, consecuencia de la inseguridad y la promoción de los pranes como política de Estado, las “zonas de paz” y los paramilitares bajo el eufemismo de “colectivos” ; y en el institucional con el entierro de la democracia centralizada y representativa, con el desconocimiento de la Asamblea Nacional, las órdenes de excarcelación rechazadas por los cuerpos de seguridad, la manipulación del poder judicial, la Contraloría General y la Defensoría del Pueblo ; finalizando con el remate de la nación al capitalismo global, a través del fraude con las empresas de maletín, el cobro de comisiones, el uso de sobreprecios para las importaciones y los contratos, la entrega de la plataforma deltana, las empresas energéticas mixtas y las de Arco Minero a las transnacionales de todas las banderas.
La guinda de la torta es la suerte de autogolpe emulando a Bordaberry y Fujimori en América Latina o Erdogan en Turquía, por intermedio de infames sentencias de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia desconociendo la inmunidad parlamentaria y las funciones legislativas y de control de la Asamblea Nacional. Por supuesto, se debe ver más allá del valor leguleyo de esos fallos y entenderlos como mecanismos de manipulación política por parte de una dictadura del siglo XXI, para impedir los canales de participación de la sociedad y criminalizar más aún la protesta y la disidencia.
Luego que el gobierno venezolano aduló a los organismos de integración comercial regional, como Mercosur, y después que el propio Hugo Chávez se benefició, en el año 2002 de la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos, hoy, ante la presión internacional, denuncian sus mecanismos como “injerencismo”. Por lo visto, para los autoritarismos de izquierda el internacionalismo sólo es bueno si afecta o critica a los gobiernos de derecha.
¿Cuál será el desenlace de la crisis ? Es una pregunta sin respuesta inmediata pero podemos imaginar escenarios para una aproximación. Una primera hipótesis sería una negociación para permitir una transición, otorgando garantías de impunidad especialmente a los militares. Una segunda posibilidad es que el gobierno continúe aumentando su autoritarismo, mediante el uso del sistema judicial, la manipulación del asistencialismo estatal (cada vez más limitado por la escasez de recursos, la incapacidad y la corrupción) y la amenaza de la represión. También podría pensarse en un desenlace fuera del guión, vale decir, la emergencia de una fuerza alternativa que, sobrepasando a los partidos del chavomadurismo y la Mesa de Unidad Democrática, canalizando la voluntad popular a un nuevo escenario. Diferentes encuestas hablan sobre el crecimiento de un sector independiente, que rechaza tanto al gobierno como a la oposición. Como anarquistas haremos todo lo posible por hacer realidad esta última posibilidad.
En síntesis, estamos en presencia de un laberinto, con pocas perspectivas de salida en beneficio de las mayorías. En las alternativas a las que están jugando los factores de poder, una transacción con la élite gobernante sería un arreglo donde se impondría la impunidad y la conservación del establecimiento como sucedió con Pinochet en Chile cuando aceptó el referéndum pero impuso unas condiciones terribles que todavía perduran en el país austral. También puede darse una eternización de la dictadura como lo han alcanzado Cuba, Kazajistán, Myanmar y Zimbabue. Además de esta opción está la de un “Cisne Negro”, rompiendo todos los esquemas mediante un acontecimiento de tal contundencia no previsto que dé al traste con todo. Apostamos por la teoría de Nassim Nicholas Taleb para avanzar hacia respuestas integrales y positivas ante la inmensa crisis padecida por Venezuela. Sería una amplia movilización de calle por iniciativa de la gente sin permitir el manejo de los partidos políticos (que ya entregaron el único mecanismo de democracia directa presente en la Constitución, el Referéndum Revocatorio) buscando darle el deseado golpe de timón requerido por el país en este aciago momento.
Caracas, 3 de abril de 2017