1 | 2
1 | 2
1 | 2
Desde este 21 de octubre hasta el 1 de noviembre de 2024, la ciudad de Cali, Colombia, será la sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16).
Este importante evento, que reúne a delegaciones de diferentes países del mundo, tiene en esta edición de la COP el lema “Paz con la naturaleza». La búsqueda de la preservación de la biodiversidad se realiza paradójicamente en un contexto crítico de perdida de la misma.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, hizo un llamado en el acto inaugural de la COP 16 a realizar una «inversión significativa» en el Fondo Marco Mundial para la Biodiversidad (GBFF). Sin embargo, se considera que la lucha por la preservación de la diversidad biológica en el planeta no se limita a lograr fondos, sino que implica toma de decisiones y acciones concretas que muchas veces se contraponen a los intereses de sectores empresariales y gubernamentales. Al igual que pasa con la Conferencia de las Partes por el Cambio Climático, las repuestas son lentas e insuficientes en un escenario en el que se avanza a pasos agigantados el colapso planetario, así como lo ha indicado uno de los últimos informes científicos sobre el tema.
El cambio climático, la destrucción de hábitat, degradación de los suelos son apenas algunas de las múltiples causas que inciden en la perdida acelerada de biodiversidad. La extinción de especies produce un daño irreparable, en el sentido que desaparece una cadena de interacciones ecológicas en la que los humanos también estamos incluidos.
La búsqueda de la «paz con la naturaleza» implica reconocer nuestra interdependencia y actuar en consecuencia. En tal sentido, la minería, la explotación petrolera y la deforestación, entre otras acciones, son heridas autoinfligidas que socavan los cimientos de nuestra propia existencia.
La paz con la naturaleza también pasa por dejar de declararle la guerra.