1 | 2
1 | 2
1 | 2
Concluye el año 2022. Año en el que los trabajadores y trabajadoras se movilizaron por sus reclamos. Desde febrero comenzaron las protestas por salarios. A partir de marzo la lucha se centró en el enfrentamiento al nefasto instructivo de la Onapre que cercenó bonos y primas contemplados en los contratos colectivos. La vanguardia fueron los jubilados, pero también se sumaron distintos sectores de trabajadores públicos y privados.
La huelga de Sidor que surgió a contravía tanto de la burocracia sindical chavista como de la ligada a los partidos de la oposición patronal, mostró el camino. En agosto fue el pico con la masiva movilización nacional del sector educativo, que enfrentó el intento del gobierno de pagar fraccionado el bono vacacional. Esta lucha se saldó con el recule del gobierno, y un triunfo parcial de los docentes y trabajadores educativos.
Venezuela no se arregló. Sigue la crisis social y el ajuste gubernamental
También fue el año de un muy leve repunte de la economía, que ha sido aprovechado por los economistas burgueses y el aparato propagandístico del gobierno para difundir una falsa imagen de que “Venezuela se arregló”. Si bien es cierto que se produjo un efecto rebote en la economía favorecido por el incremento del ingreso petrolero, y cierto crecimiento del comercio y del circuito económico ligado al dólar, el pueblo venezolano sigue padeciendo la más grave crisis económica y social contemporánea, y los efectos de un brutal ajuste capitalista que aplica el gobierno de Maduro, haciéndole pagar al pueblo trabajador la crisis económica.
Después de un leve respiro gracias al fin de la hiperinflación, la venezolana continúa siendo una de las economías con mayor inflación en el mundo. El fin de año de las trabajadoras y trabajadores venezolanos está cruzado por un acelerado incremento del valor del dólar, lo que se está traduciendo en un repunte de los precios de alimentos, medicinas, transporte y demás servicios.
A la inflación se suma también la escasez de gasolina en buena parte del país. A 100 años del estallido del pozo Barroso y del comienzo de la explotación comercial del petróleo, nuestra principal industria se encuentra destruida, lo que ha ocasionado una grave escasez de combustibles y la reducción drástica de la producción petrolera, situación agravada por las sanciones imperialistas.
En rigor, “Venezuela no se arregló”. Los conciertos de artistas famosos pagados en dólares, la inauguración de casinos en algunos estados, la gran cantidad de productos importados que se pueden conseguir en Caracas y otras ciudades, no son sino un espejismo detrás del cual se oculta el hambre de millones de personas de los barrios populares.
Las mujeres: principales víctimas de la crisis y el ajuste
Estas condiciones paupérrimas en los servicios públicos, de crisis económica y salarios de hambre, tienen efectos más profundos en la mujer trabajadora y de sectores populares, que representan el grueso de los hogares donde solo hay una mujer como responsable del hogar. Encargadas, solo por ser mujeres, del cuidado de las y los otros. En medio de la crisis, las mujeres seguimos siendo las peor pagadas y las primeras despedidas.
La crisis económica golpea de forma particular a las mujeres, y siguen aumentando las cifras de violencia machista. A pocos días del cierre de año, organizaciones sociales que monitorean este indicador, han denunciado que se han registrado 211 casos de feminicidios en todo el país para el 2022. El gobierno de Maduro niega las cifras oficiales, y no se toman medidas concretas para enfrentar crímenes de odio solo por ser mujeres.
Negociaciones con el imperialismo y la derecha patronal
La ley Antibloqueo, la de Zonas Económicas Especiales, la liberación de aranceles a las importaciones, son las herramientas que utiliza el gobierno para congraciarse con el empresariado, y seguir avanzando en su entrega de nuestros recursos naturales.
El gobierno de Maduro se quitó la careta, dejó a un lado el falso discurso socialista y optó sin ambages por apostar a las relaciones con el capital. En ese marco es que debe entenderse el diálogo que actualmente se desarrolla en México con los partidos de la oposición patronal y proimperialista. Posibilitado por la crisis de sus partidos, sumidos en la división y en el fracaso estrepitoso del llamado «interinato» de Juan Guaidó, como se refleja en la decisión de varios de los partidos del G-4 que decidieron eliminar la figura de la presidencia interina.
Atribulado por los efectos de las sanciones imperialistas que han agravado la difícil situación económica del país, el gobierno lanza puentes al gobierno estadounidense de Biden, y ofrece nuestros recursos como moneda de cambio con el objetivo que le eliminen las sanciones.
Por su parte el gobierno norteamericano y la Unión Europea utilizan el chantaje de las sanciones para lograr acuerdos en la mesa de negociación que faciliten la salida del gobierno en el 2024 a través de elecciones. En ese marco otorgaron la licencia a Chevron para producir y exportar petróleo al mercado norteamericano, y de esta manera propiciar la reducción de los precios de los combustibles, incrementados en ese país y en Europa como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania.
Es así que el fin de año para el pueblo y las trabajadoras y trabajadores transcurre en medio del alza de la cotización del dólar, un fuerte repunte en el costo de la vida, y la escasez de gasolina en varios estados.
Por un Plan Obrero y Popular de emergencia
Para el Partido Socialismo y Libertad la única salida a la grave situación que padece el pueblo trabajador venezolano es retomar la movilización y la lucha por sus principales reclamos.
La masiva movilización de las trabajadoras y trabajadores del sector educativo en agosto; la lucha de los trabajadores de Supra Capital, y la huelga de los sidoristas, marcan el camino a seguir en el 2023, y reflejan que hay una gran disposición a la pelea por parte de las trabajadoras y trabajadores. Esto debe extenderse a todos los sectores del pueblo, en las comunidades urbanas y rurales, por mejores servicios públicos, por gas, gasolina, agua, electricidad, transporte, salud y educación.
El 2023 debe ser un año de luchas, tal como sucede en muchas regiones del mundo, donde los pueblos se levantan contra los paquetes de ajuste y por sus reclamos y derechos democráticos.
En ese contexto hay que continuar la lucha por lograr un salario igual a la canasta básica indexado a la inflación mensualmente; que los bonos que se pagan en muchas empresas privadas y en algunas públicas se incorporen al salario; derogar el memorando 2792 y el instructivo de la Onapre; por la libertad de las trabajadoras y trabajadores presos por luchar. Este es el punto de partida para masificar la lucha. Pero debemos ir más allá es necesario ligar la lucha por las reivindicaciones inmediatas y urgentes a la pelea por un Plan Obrero y Popular de emergencia para enfrentar la tragedia social y económica que padecemos.
Para desarrollar ese plan es necesario establecer un Fondo Social y Económico de emergencia que debe conformarse con recursos de los que más tienen: empresarios, banqueros y trasnacionales. Ese fondo se debe nutrir de un impuesto progresivo a las grandes empresas y capitales, con la eliminación de los contratos de empresas mixtas para que el petróleo sea 100% estatal sin transnacionales, y gestionado por sus trabajadores, técnicos y profesionales. Así como también con la suspensión de los gastos suntuarios, militares y policiales, la confiscación de los bienes de los corruptos, la repatriación de los recursos confiscados por el sistema financiero internacional, que solo será posible con la eliminación de las sanciones impuestas por el imperialismo.
Con todos esos recursos se impulsaría un plan nacional de infraestructura y obras públicas que daría empleo genuino a millones de trabajadoras y trabajadores, para recuperar escuelas, universidades, hospitales y centros de salud. Crear un fondo para recuperar las empresas básicas y la industria petrolera. Crear casas de abrigo y protección para todas aquellas mujeres y disidencias que se atreven a denunciar la violencia machista.
Unir a los revolucionarios
Para llevar adelante esta lucha es necesario desarrollar la más amplia unidad de acción con todos los sectores sindicales y populares, independientemente de su posición ideológica, y simultáneamente avanzar en la construcción de un partido socialista revolucionario que sepa ligar la pelea por estas reivindicaciones inmediatas con la lucha estratégica por un Gobierno de las Trabajadoras, Trabajadores y el pueblo en la perspectiva de la lucha por el socialismo con democracia obrera y popular.